viernes. 19.04.2024

Fernando de Magallanes nació el 3 de febrero de 1480 en Sabrosa, Portugal. Militar, explorador, marinero y navegante de origen noble, a los 25 años se alistó en la Armada de la India y participó en varias acciones militares como la batalla naval de Cananor o la batalla de Diu. En 1509 fue víctima, en la primera expedición a Malaca, de una conspiración en la que tuvo un papel fundamental avisando a su capitán de lo que estaba ocurriendo.

Participó en la conquista de Malaca en 1511 y tras ello regresó a Europa con un cuantioso botín. Años después, tras participar en la batalla de Azamor (Marruecos) fue acusado de comercializar de manera ilícita con los moros. Por ello, cesaron las ofertas de empleo por parte del imperio portugués.

A partir de ahí se dedicó a analizar las cartas náuticas más recientes, en las cuales se representaba a escala las aguas navegables y las zonas terrestres, así como la profundidad de las aguas, los peligros para la navegación y la localización de luces que faciliten la orientación. Con ello quería corroborar que era posible llegar a las islas Molucas por las zonas navegables españolas acordadas en el Tratado de Tordesillas (tratado firmado por España y Portugal en el que estos se reparten las zonas de navegación y conquista del Océano Atlántico y así evitar un conflicto entre ambos.

La expedición hacia el “Nuevo Mundo”

Tras los estudios realizados por Magallanes, este cruzó la frontera española para dirigirse al joven rey Carlos I con el objetivo de convencerlo de que existía una posibilidad real de alcanzar las islas de las Especias por el oeste, sin tener que pasar por territorio marítimo portugués.

Castilla se encontraba atascada en América y por ello Magallanes ofreció una alternativa al joven rey de conquistar nuevos territorios, algo que sedujo a este, que aspiraba a conseguir este propósito. Para Magallanes, por tanto, no fue difícil convencerlo, y Carlos I se decidió a financiar la expedición. El 22 de marzo de 1518 se firmaron en Valladolid unas capitulaciones para la expedición, en las que se concedía a Magallanes el título de gobernador y adelantado de todas las tierras que descubriese.

Tras la firma de estos documentos el Rey ordena a la Casa de Contratación de Sevilla disponer de manera inmediata todo lo necesario para la organización del viaje. En ese momento nace la “Armada de la Especiería”, la cual moviliza recursos y hombres de todo el reino para una expedición que desafiaba la técnica y la mentalidad de la época. Durante 16 meses, los oficiales de la contratación organizan todos los aspectos técnicos y operativos de una expedición que se espera que dure dos años.

Para la expedición fueron necesarios cinco navíos: Nao Santiago, Nao Victoria, Nao Concepción, Nao Trinidad y Nao San Antonio. En estas embarcaciones había un total de 245 hombres, de los cuales 166 eran españoles. No obstante, había tripulantes de otras nueve nacionalidades distintas.

En el reparto de cargos y oficios había 20 oficiales al mando, 118 hombres de mar, 21 de armada, 9 oficiales reales, 31 artesanos y oficiales y 46 sobresalientes.

Alimentos y bebidas en la expedición

Para la expedición se completaron las bodegas con numerosos víveres, que quedaron registrados en los documentos de la época. Entre los numerosos alimentos que se incluyeron se encontraban 10.000 kilogramos de galletas de mar, 200 botes de sardinas, arenques, higos, judías, arroz, 430 cabezas de ajo, harina, queso, miel, carne de membrillo, vinagre, carne de cerdo y 7 vacas, que proveerían de carne y leche a los miembros de la expedición.

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Exposición de la Vuelta al Mundo. Archivo de Indias (Sevilla). Foto: Enrique Ávila.

Para la conservación de los alimentos utilizaban numerosos métodos, entre los que podemos destacar la salinización de la carne o la deshidratación de las galletas de mar. Así, al estar faltos de agua no se pudrirían. Otra de las posibilidades que barajaban era adobar los productos más perecederos. En caso de que la comida se pudriera usaban las especias para camuflar el mal olor. También llevaron productos escarchados, como higos o pasas, con los que se pretendía evitar la putrefacción eliminando la humedad de su interior.

Recuperado del testamento de Juan Sebastián Elcano, tenemos constancia de los utensilios llevados a bordo: tres ollas de cobre, tres sartenes, cestas de mimbre, anzuelos, cacerolas y cucharones.

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Exposición de la Vuelta al Mundo. Archivo de Indias (Sevilla). Foto: Enrique Ávila.

En un principio, el viaje tenía prevista una duración en torno a los dos años pero, debido a las dificultades que una expedición de este calibre entrañaba, esta se extendió a los tres años. Por tanto, la comida con la que partieron se agotó en los últimos meses de la expedición. Ante esta situación de hambre y sed, los miembros tuvieron que buscar fuentes de alimentación que estuvieran presentes en los barcos.

Según la crónica de Antonio Pigafetta, los tripulantes tuvieron que alimentarse de serrín; del cuero que recubría el palo mayor, que tenían que sumergirlo cuatro o cinco días en el mar para conseguir ablandarlo; de galletas de mar que se habían convertido en polvo mezclado con gusanos, que habían devorado toda su sustancia y que tenían un hedor insoportable por estar empapadas en orines de rata. Por si fuera poco, también tuvieron que alimentarse de las ratas del barco, que se convirtieron en un manjar cuando la alimentación escaseaba.

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Exposición de la Vuelta al Mundo. Archivo de Indias (Sevilla). Foto: Enrique Ávila.

La situación ya era crítica de por sí y, además, el agua que tenían se encontraba estancada, por lo que, si alguno intentaba beberla pura, tenían que cerrar los ojos por el poso verde y taparse las narices por el hedor insoportable que desprendía.

A causa de esta deficiente alimentación, comenzaron a aparecer numerosas enfermedades en la tripulación, según muestran los escritos de Ginés de Mafra, uno de los marineros presentes en el viaje. Una de las primeras enfermedades que apareció fue la gingivitis, es decir, la hinchazón de las encías, que les provocaba la muerte porque les impedía comer.

Además, la desnutrición y la deshidratación fomentaban que se desarrollaran enfermedades mentales como la depresión y los síntomas de fatiga. En los barcos se daba el escorbuto: la peste de las naos. La enfermedad más letal en las grandes travesías era provocada por la carencia de ácido ascórbico o vitamina C. Los primeros síntomas aparecen al mes y medio, y se desarrollan por completo a los 90 días.

Las naves supervivientes a la larga travesía del Atlántico se proveían de víveres cuando llegaban a nuevos territorios mediante trueques y ayudando a los indígenas en batallas. Por ejemplo, en Río de la Plata intercambiaron con los indígenas un peine a cambio de dos gansos, según relata Antonio Pigafetta en su crónica. Destaca también el cronista de la expedición otras de las negociaciones que hicieron en el viaje: por un anzuelo o un cuchillo nos daban cinco o seis gallinas, por un espejo o un par de tijeras conseguíamos pescado para alimentar a diez personas, por un cascabel o una cinta, los indígenas nos daban una cesta de patatas, y por las cartas de los naipes, en concreto de un rey, conseguíamos seis gallinas. También fue la primera vez que los expedicionarios probaron nuevos sabores para los paladares europeos, con alimentos como la piña en Río de Janeiro, la patata –“cuyo gusto se aproxima al de las castañas”, o la batata, un tubérculo dulce de color naranja originario del Caribe, que en Andalucía conocemos como boniato. Además, también descubrieron el maíz, el coco, la caña de azúcar o las naranjas amargas, descubiertas en Filipinas.

Estos fueron los principales alimentos que llegaron a Europa, ya que el cacao, proveniente de México, no podemos considerarlo un alimento porque jamás fue un bien de consumo masivo, sino un artículo de lujo que solo algunos podían permitirse, según nos cuenta Fernando Iwasaki, historiador y docente peruano.

Por otra parte, el apio dulce, descubierto en la zona de cabo El Deseado, ayudó a combatir el escorbuto, ya que esta hortaliza es rica en vitamina C y B9 y servía para contrarrestar los efectos de esta terrible enfermedad.

Además, tuvieron que recurrir a la caza, según cuenta Pigafetta. Cuando atravesaban dos islas cerca del polo antártico, encontraron estas tierras pobladas de “gansos” y lobos marinos. Eran tantos que se hicieron con provisiones para todos los tripulantes de los cinco navíos.

La Victoria parte de Tidore cargada de especias, concretamente 60 toneladas, entre las que se encontraban clavo, nuez moscada, canela, jengibre y pimienta; y emprende en solitario el camino de regreso a Sevilla. Tras la muerte de Magallanes en la isla de Mactán (Filipinas), Elcano se convierte en el capitán de la embarcación.

Antes de afrontar un viaje sin escalas hasta Sanlúcar de Barrameda, la Victoria se detiene en la isla de Timor, donde se provee de alimentos para una larga travesía. El 25 enero abandona Timor y comienza el regreso a España. Por si fuera poco, Portugal emitió una orden de búsqueda y captura contra la embarcación, ya que todos los mares al este de Europa eran propiedad de la Corona Portuguesa y la nao Victoria, que decidió emprender el camino de regreso por el Índico en vez de deshacer el camino realizado, invadió las aguas de este océano provocando el enfado de los vecinos ibéricos.

Casi tres meses después, la expedición rodea el cabo de Buena Esperanza el 6 de abril de 1522 sin apenas provisiones ni agua, soportando tormentas y situaciones adversas. Tras meses de mucho sufrimiento, el 9 de julio la situación es crítica y deciden detenerse en Cabo Verde, a pesar de ser este un territorio enemigo. En estas islas, pertenecientes a la Corona Portuguesa, varios hombres son tomados como prisioneros.

Finalmente, el 6 de septiembre de 1522 la nao Victoria consigue llegar a la bahía de Sanlúcar con solo 18 hombres desnutridos y enfermos a bordo. Habían completado, sin pretenderlo, la primera circunnavegación de la historia, un hito que hoy, 500 años después, perdura como una de las grandes hazañas de la historia de la humanidad.

El viaje fue determinante y con él se confirmaron grandes creencias y se crearon nuevas oportunidades:

  • Se confirmó que la Tierra era esférica, dando la razón a Aristóteles.
  • Se descubrió que la Tierra tenía un diámetro mucho mayor del que se creía.
  • Se descubrió que entre América y Asia existía un gran océano.
  • Se descubrieron nuevos territorios para los europeos (Montevideo, Bahía de San Julián, Cabo Deseado, Mar Pacífico, Tierra del Fuego, Filipinas o Patagonia), lo que permitió descubrir una flora y una fauna nueva.
  • Se descubrió una nueva red de intercambios continentales. Intercambios biológicos, humanos, económicos o culturales.
  • Se concibe la aparición de un mundo globalizado.
  • Se descubrieron nuevas rutas comerciales y las materias primas llegaron a países lejanos, y se creó un mecanismo de financiación para los intercambios comerciales.