Aunque la entrada del otoño aumente la esperanza de los agricultores, las previsiones apuntan que seguiremos viviendo un año de sequía.

La falta de lluvia continúa siendo uno de los temas de más interés en nuestro día a día. Aunque nos situemos en la comunidad autónoma donde predomina el clima mediterráneo templado, Andalucía sufre notablemente la escasez de recursos hídricos. Hablamos de la agricultura como el sector que con diferencia utiliza una gran cantidad de agua mayor que el resto, por lo que este se convertiría en el más afectado, pudiendo alcanzar consecuencias extremas como sería la hambruna, una alta inflación en el mercado, o el terrible caso de provocar una inestabilidad mundial que desemboque en conflictos por estos recursos naturales. Aunque pocas son las personas que son realmente conscientes de ello, esto también podría derivarse a numerosas enfermedades, extinción de especies animales y vegetales, y daños al hábitat entre otros problemas. 

Según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), el año hidrológico 2021-2022 se convertiría en el tercero más seco del siglo XXI y el cuarto de toda la serie histórica. Respecto al año anterior, todo apunta a que se ha dado un 26% menos de precipitaciones, y que por si fuera poco, las temperaturas más cálidas desde 1961.

Agricultura

La situación se desencadena cuando por diversos motivos como el calentamiento global, la sobreexplotación de tierras agrícolas, el riego excesivo o la deforestación, hacen que aumente la escasez de lluvia. El comienzo de la temporada de siembra 2021-2022 comenzó a verse afectado por este desastre natural, lo que provocó una situación de pánico entre los agricultores, que aún persiste y no deja de aumentar. Tomates, remolachas y cereales, entre otros, son los cultivos más afectados, que en su totalidad supondría una reducción del 30% en cultivos de invierno. Así pues llegar a la decisión de no comenzar la siembra, por el miedo a obtener más gastos que beneficios.

La pérdida económica, según ASAJA (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores) estiman que esta gran sequía puede alcanzar una pérdida de más de 8 millones de euros, por ello esta asociación, entre muchas otras, demandan al Gobierno con el fin de encontrar medidas suficientes para afrontar esta gran crisis. Mientras tanto, estas se ven obligadas a reducir personal, no es necesario una alta cifra de trabajadores donde la producción está siendo reducida a más del 50% en comparación con años anteriores. Sin dejar atrás el sector de las industrias, el cual reciben una cantidad 3 veces menor de productos a manipular. En consecuencia afirmamos que la sequía agrícola influye al desempleo de manera directa.

Los transportes y los productos agrícolas, las campañas agrícolas necesitan de empresas de transportes de mercancías para la recogida y entrega de las cosechas, las que nuevamente también se ven afectadas, ya sea transporte terrestre, marítimo o aéreo. PECARATRANS, una de las empresas dedicadas al transporte afectadas en la comunidad de Andalucía, afirma que no son pocas las veces en las que no trabajar le ha supuesto mayor beneficio que trabajar. Asimismo la reducción de productos para el cuidado y crecimiento de los cultivos al no ser necesarios. Por lo que ya comenzaría el ciclo de pérdida económica para terceros, como serían las empresas de transportes y las de dichos productos.

Por último, la llegada de los productos al mercado, la parte del ciclo donde interviene la ley de la oferta y la demanda. “Es evidente que la sequía va a reducir la producción y que esa menor oferta puede provocar, y de hecho va a provocar con seguridad, el incremento del precio de algunos productos”, así lo preveían la Organización de Consumidores y Usuarios. La escasez de productos en el mercado hace que el consumidor demande una cantidad mayor de estos, y que por lo tanto al tratarse de recursos limitados el precio se vea inflado. Aunque a simple vista creamos que solo se trataría de productos frescos, estamos equivocados, todos los productos alimenticios se ven afectados. Por tanto, la sequía se está convirtiendo cada vez más en una auténtica amenaza para la cesta de la compra.