viernes. 29.03.2024
Carmen Pacheco: Creando proyectos a los 20

«Leer es dedicarme tiempo a mí misma»

Estudia Psicología en la Universidad Loyola Andalucía, le encanta leer y la lectura siempre ha sido su mejor cueva para esconderse de las fieras que atacaban. Actualmente está superando sus límites y, podría decirse, que viviendo el mejor momento de su vida. Con los pies en Bilbao pero el corazón en Córdoba, su gente y su club de lectura, Carmen está deseando que llegue enero para compartir toda la literatura que ha descubierto durante este semestre en la Universidad Deusto de Bilbao

cafe entrevista
Té de manzana, almendra y canela de la entrevistada.

Inteligente, soñadora y despistada. Con 1,75 metros de estatura y apenas 20 años, Carmen Pacheco (Córdoba, 1997), se deja llevar por los libros, sus historias y sus personajes. De tal forma que los hace suyos: los siente y los vive. Un ‘culo inquieto’ siempre dispuesto a darse a los demás; hacer que disfruten y aprendan con su sabiduría y su don de entrega total.

Son las 16:30 horas del penúltimo domingo del mes de noviembre. Para la fecha hace calor y en la plaza de la Trinidad el sol proyecta sus rayos sobre los adoquines del suelo. Un grupo de jóvenes charlan alrededor de la mesa de la terraza de un bar. Las risas vuelven con eco en la plaza. Se disfruta la juventud.

A lo lejos se aprecia a una chica de pelo largo, rubio y rizado. Mis 3 dioptrías de miopía no me dejan ver con claridad su cara. Pero la forma de andar la delata. Dejadez y libertad la definen. Sin duda, es Carmen.

Sentadas en su bar favorito –Omundo de Alicia–, mira por la ventana de su izquierda nerviosa. “¿Qué me vas a preguntar?”.

Relájate y que todo fluya. –Se ríe–.

Un café con leche para mí y un té de manzana, almendra y canela para ella relajan la situación. Desde pequeña se muestra temerosa por la imagen que ofrece al exterior. Algún kilo de más, su estatura y la crueldad de una persona en su infancia han marcado su vida.

 

¿Cómo lo superaste?

Yo esto lo he visto más en la adolescencia. No se supera diciendo “voy a hacer esto para sentirme mejor y paso de la gente”. No. Simplemente aprendí a convivir con ello y a dejar que pasara el tiempo. Me evadía. Ahora poquito a poco me voy queriendo más. De hecho, sé que es un proceso que va a durar toda la vida. Creo que no va a llegar un momento que diga: “me quiero completa”, pero se intenta y ya está. Es un diálogo contigo misma y se va mejorando.

Nunca me he sentido sola. Siempre he tenido a mis amigas

Esa evasión de la que hablas, ¿pudiste encontrarla en la lectura?

Totalmente. Supongo que es donde se encuentran personajes iguales a nosotros sin ningún tapujo, con los que te identificas. Me gusta que se vaya desarrollando la personalidad del personaje y que tengan una doble cara: la que muestran y la que ocultan. Me gusta el sentimiento de amor-odio con un personaje.

De esa afición nace el Club de Lectura Galatea…

Un día estaba en un momento existencial. Yo no trabajo, no tenía un objetivo determinado; simplemente estudio. Me dedico a mi familia y a mis amigas, pero no hago nada importante con lo que me sienta satisfecha. Se lo conté a mi hermana y me desahogué con ella. Veía a otras personas que tenían cosas hechas: que trabajan, que hacen voluntariado o que han empezado con las prácticas. Mi hermana me dijo: “¿A ti qué te gusta?”. Y me lo planteé.

Veía que existían en Córdoba clubes de lectura pero eran de gente más mayor y había mucha desinformación.

Ella me animó a crear el club, aunque yo estaba muy insegura. Me dijo que lo intentara, que empezara a correr la voz y que si la gente me contestaba y salía adelante, pues eso que me llevaba, y si no, por lo menos lo había intentado. Y mira, ha salido.

¿Cómo empezasteis a correr la voz?

Empezó mi hermana subiendo una foto a las historias de Instagram, y ya se fue difundiendo solo con el boca-oreja. En principio respondieron solo cuatro personas. Una de ellas, la chica que está llevando el club conmigo, Estrella. Estudia Gestión Cultural y me ayudó a difundirlo también. Así se amplió un poco más el círculo hasta que contamos con doce miembros.

Una vez que visteis que había un número de personas interesadas fue cuando buscasteis un sitio para reuniros, ¿no?

Sí. Había algo de presión. No porque sea una persona negativa, sino porque me ahogo en un vaso de agua, –risas–. Entonces contábamos con una de las aulas de la facultad de Filosofía y Letras para reunirnos, pero ponían muchas pegas para poder hacerlo porque había que hablar con la coordinación y tal. Entonces me agobié un poco. Ese martes cuando me dijeron que no, empecé a mandar correos: uno al Centro Social Rey Heredia y otro al Centro Social Juan XXIII. El primero que me contestó fue el Centro Social Rey Heredia y a la semana siguiente tuvimos una reunión con la coordinación y nos dijeron que sí.

¿Cómo organizáis las sesiones?

Solemos hacer dos reuniones al mes, pero también depende un poco de la disponibilidad que tengamos todos.

¿Cómo lo hacéis? ¿Os ponéis de acuerdo Estrella y tú? ¿Quién decide las lecturas?

Nos solemos juntar los jueves en el bar La Libra con sus amigos que también estudian Gestión Cultural y con otro chico que ha estudiado Filología Inglesa y entienden mucho de libros. Pensamos en libros que puedan gustar a todos, porque no a todos les gusta el mismo estilo. Ahora mismo yo estoy estudiando en Bilbao con la beca SICUE, por lo que la está ayudando un amigo suyo. En enero vuelvo a Córdoba y retomaremos nuestra tradición.

Ahí quería yo llegar. Muchas personas escuchan ‘Club de lectura’ y piensan en los típicos libros obligatorios del colegio o en poesía a lo mejor.

Sí, sí. Pero para nada. A ver, ese era uno de los miedos que tenía. Entonces, la primera reunión fue para conocernos todos. Para ello, utilizamos unas tarjetas en las que ponías el nombre del personaje de un libro con el que te identificabas, y se iban presentando según el personaje elegido. Luego, usamos el estilo del programa ConvénZeme, de Mercedes Milá, con una dinámica para ver qué libros recomendaríamos y cuáles no; y así ya vimos por dónde podríamos ir. Luego, probamos la flexibilidad de horarios, y a partir del mes que viene vamos a cambiarlo a los sábados. Finalmente, dijimos la propuesta que teníamos de lecturas y todos estaban de acuerdo.

¿Cuáles han sido algunos de los libros propuestos?

El primero que escogimos fue Rebelión en la granja, de George Orwell, porque prácticamente todo el mundo se lo ha leído, le suena o ha visto la película. No es territorio desconocido. Es corto y se puede leer en dos tardes. Esta lectura tiene muchísimas interpretaciones y puede dar mucho juego. Nos sirvió un poco para romper el hielo y saber cómo orientar las sesiones. Otros han sido Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena; Rayuela de Julio Cortázar o Diez negritos, de Agatha Christie, porque también queremos dar visibilidad a las mujeres escritoras y porque se dice que es la primera novela negra.  

En cuanto a las mujeres, ¿cómo piensas que ha sido su papel en la literatura a lo largo de la historia?

Cuando miro atrás y pienso en los libros que he leído, veo que la mayoría han sido escritos por hombres. Creo que a lo largo de la historia ha habido más visibilidad de los hombres con respecto a las mujeres. Por eso buscamos darles protagonismo a ellas, porque hay muchas que aún no han llegado a oídos de muchos.

Somos diferentes los hombres y las mujeres y eso nos enriquece a la hora de juntarnos

Y en el club de lectura, ¿hay más chicos o chicas?

Es que es eso lo curioso. Hay más escritores pero, sin embargo, en una estadística que yo vi hay más mujeres lectoras que hombres. Y esto se ha visto en el club. Hay ocho chicas y cuatro chicos.

Tengo una amiga viviendo en Madrid que también me animó con el proyecto. La tengo como referente porque ella también ha creado un club de lectura allí  pero lo ha hecho solo de mujeres. Considero que somos diferentes los hombres y las mujeres y eso nos enriquece a la hora de juntarnos, y creo que no hay que desplazar a nadie. Igual pasa si viene una persona mayor al club.

¿Crees que ha tenido buena difusión?

Para empezar viene súper bien el grupo que tenemos. Somos poquitos pero supongo que siempre estarán los “usuarios fijos” y los que recomendarán a amigos a venir. Contamos con un chico que nos está ayudando a diseñar los carteles y los colgaremos por diferentes sitios para darnos a conocer. Además, el Centro Social Rey Heredia también nos está ayudando a difundir. Por lo que estamos contentos.

Estoy contenta con que sea un grupo reducido, pero si se amplía perfecto. El objetivo de todo esto es transmitir lo que pienso y siento con la lectura; conocer a personas con otros estilos literarios y poder dialogar.

Me ha dado muchísima energía ver cómo un proyecto que con la ayuda de mi hermana y el apoyo de otras personas se ha podido realizar. Para mí ha sido un éxito personal

 

¿Qué encuentras en la lectura?

La evasión de la soledad que pueda sentir a veces. No estoy sola porque tengo a mi familia, a mis amigas… Pero cuando estoy en casa y solo tengo que estudiar, leer es como dedicarme tiempo a mí misma, para relajarme, desconectar… Es algo que me hace feliz, como un regalo que me estoy dando.

¿Qué esperas que encuentren las personas que vayan al club de lectura?

Que se den cuenta de que la lectura sigue en pie y que hay jóvenes que leen, lo que pasa es que hay que buscar a esa gente.

La entrada de un escandaloso grupo de personas en el bar y las tazas vacías sobre la mesa nos recuerda que es hora de terminar. Carmen me ha dado una lección. Qué más da las críticas, los nervios o las inseguridades: seamos siempre nosotros mismos. Autenticidad resume su vida.