En la Sevilla de Cernuda

21 de septiembre

Se cumplen 120 años del nacimiento de una de las voces poéticas más destacadas de la literatura castellana y de la Generación del 27; una voz que conseguía escribir todo lo que no podía gritar

Un poeta atemporal, con gran repercusión a nivel nacional y global. Creador de una literatura única, liberadora, concisa y meditativa; una obra rebelde, que rompía con todo lo establecido de su época, dejando ver como nadie en la lengua española su condición sexual.

Y es que, a diferencia de otros autores de la Generación del 27, Luis Cernuda no tenía miedo a mostrarse a sí mismo. 

Luis Cernuda vivió por y para la literatura, inmerso siempre en un universo personal que servía de refugio ante un mundo que no lo comprendía y que no estaba a la altura de su sensibilidad artística.

Es sin duda una de las voces poéticas más destacadas de la literatura castellana y de la Generación del 27, y como poeta sevillano, deslumbró Andalucía. Por eso hoy hablamos de la Sevilla de Cernuda.

 

En una época en la que los placeres prohibidos debían ser ocultados, Cernuda logró escapar de esta represión mediante su poesía y nunca renegó de lo que realmente sentía.

La homosexualidad era perseguida y castigada, por lo que, si querías vivir de forma plena y auténtica, solo podías esconderte o huir. Los autores que optaron por quedarse tuvieron que crear un código para ocultar su orientación reprimida desde palabras clave como epentismo hasta silencios y sobreentendimientos.

 

¿Si Luis Cernuda hubiese nacido en los 2000 hubiese vivido su condición sexual de otra forma?

Hace 100 años, ser homosexual se consideraba uno de los peores males que podía tener una persona. Leyendo y analizando varios cortes de prensa de la época, descubrimos que a los homosexuales se les definía constantemente como “los invertidos” y “pervertidos” de la sociedad. La homosexualidad estaba considerada, en resumidas cuentas, una enfermedad mental.

Luis Cernuda y muchos otros intelectuales (como Lorca) vivieron un tiempo de represión y así tuvieron que aprender a vivir: con culpabilidad constante simplemente por el hecho de sentirse atraídos por personas de su mismo sexo. Aún con todas estas trabas, Cernuda supo introducir el amor homosexual de una manera natural y espontánea en sus poemas y obras; dejando así un legado de esperanza para las nuevas generaciones que ansiaban luchar por el derecho de expresar sus sentimientos sin represalias.

Fue en el año 1990 cuando la OMS retiraba la homosexualidad de su clasificación de enfermedades mentales. Sin embargo, en muchos países las minorías sexuales siguen siendo víctimas de todo tipo de abusos y exclusiones. Es cierto que ha habido muchos avances en España en relación a este tema, gracias a la Transición, a la democracia y a los valores que este sistema propaga: la población debe ser educada el derecho que cada persona tiene a ser diferente a los demás, y es primordial que se eduque en el respeto a los Derechos Humanos.

Gracias a la educación social, la libertad de derechos y la libertad de expresión, los homosexuales no viven tan reprimidos como en los años veinte del siglo pasado; pero ésta libertad también ha llevado a estas minorías a una exposición peligrosa que aprovechan los que aún están en contra de los derechos de los homosexuales y que nos vuelve a trasladar a las épocas en las que imperaba el miedo y el desamparo. Constantemente vemos en las noticias de nuestro país palizas, agresiones e incluso asesinatos de homosexuales y de personas que pertenecen al colectivo LGTBI a manos de personas que se creen mejor que ellos; intolerantes y atrasados de la sociedad que no comprenden la diversidad de nuestro mundo y la libertad individual que todos deberíamos de tener de amar a quien queramos y vivir nuestra esfera privada como gustemos y en tranquilidad.

En nuestro tiempo, Cernuda hubiera podido escribir y publicar sin tapujos, con absoluta libertad y sin represalias; pero la inseguridad y el miedo siguen presente en nuestra sociedad actual de los años 2000. Miedo a ser insultado, miedo a ir de la mano con tu pareja por la calle, miedo a la exclusión, a mostrar nuestros sentimientos y a reconocernos tal y como somos.

Si el hombre pudiera decir lo que ama

Si el hombre pudiera decir lo que ama, 
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo 
como una nube en la luz; 
si como muros que se derrumban, 
para saludar la verdad erguida en medio, 
pudiera derrumbar su cuerpo, 
dejando sólo la verdad de su amor, 
la verdad de sí mismo, 
que no se llama gloria, fortuna o ambición, 
sino amor o deseo, 
yo sería aquel que imaginaba; 
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos 
proclama ante los hombres la verdad ignorada, 
la verdad de su amor verdadero. 

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien 
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío; 
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina 
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera, 
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu 
como leños perdidos que el mar anega o levanta 
libremente, con la libertad del amor, 
la única libertad que me exalta, 
la única libertad por que muero. 

Tú justificas mi existencia: 
si no te conozco, no he vivido; 
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Luis Cernuda, 1931











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