sábado. 04.05.2024

Beltrán Pascual Arias es un estudiante de ADE y Derecho en el Colegio Universitario de Estudios Financieros (CUNEF). Comenzó su educación en Colegio la Inmaculada Puerta de Hierro, donde obtuvo la matrícula honor de Bachillerato. Al terminar esta etapa, fue premiado con una de las Becas Europa que se otorgan a los 50 mejores estudiantes de España. En estos últimos años ha seguido cosechando méritos académicos siendo el mejor estudiante de su promoción en la universidad. Por mencionar algunas hazañas, ha recibido la beca de la excelencia académica de la Comunidad de Madrid durante tres años consecutivos. Además, se proclamó ganador del Torneo de Debate Adolfo Suárez en la III y IV edición. También, ha sido tres veces ganador de la Beca de excelencia académica de la Asociación Española de la Banca.

Con ese currículum, uno podría esperar que, al preguntarle a sus amigos por él, aludieran a su brillantez o a su ambición intelectual. Pero ellos lo definen como alguien “auténtico”, “un buen amigo”, “divertido” e “interesante”. Y yo, que lo conozco personalmente desde hace unos años, puedo confirmar que Beltrán es todo eso y mucho más. Me atiende por videollamada. “¿No te importa que desayune mientras?, ¿no?”, dice mientras se rellena la taza de Choco Flakes. Se le ve relajado, la tarde anterior tuvo un examen y, cómo no, le salió bastante bien.

Beltrán entró en la carrera como la mayoría, sin mucha idea de lo que vendría por delante. Pero da gusto oírle explicar cómo ha ido desarrollando una pasión por lo que estudia, especialmente por el Derecho, disciplina por la que siente especial predilección. A pesar de su amor y dedicación a sus estudios, tiene muy claro la importancia de salir de los libros “La persona que dedica todas las horas de su día a la carrera, creo que se equivoca. Para mí, la formación universitaria requiere salir, leer otras cosas, ir a otros lugares”.  Él está orgulloso de haber vivido así su etapa universitaria que acaba este curso.

La persona que dedica todas las horas de su día a la carrera, creo que se equivoca

Le pregunto por un éxito del que se sienta especialmente satisfecho en estos años. Rápidamente se acuerda de la asignatura de Derecho Procesal. Les exigieron realizar un examen oral con un tribunal de profesores como condición para optar a la matrícula de honor. Solo se presentaron tres personas, él y dos compañeras, pero, lejos de verlo como un momento duro o de nerviosismo, a Beltrán se le ilumina el rostro hablando del nivel de conocimiento que alcanzó sobre la asignatura. “Antes de entrar al examen, me di cuenta de que me sabía hasta la nota a pie de página del manual de la página 412”. 

Precisamente, para Beltrán el valor de la educación está en el esfuerzo y el sacrificio. Aunque piensa que la memorización por sí sola no sirve para nada si no le vemos el sentido a lo que estudiamos. “La clave es alcanzar una visión más general, porque, si no, no entiendes nada. Te sabes el tema, sí, que te lo puedes saber genial, la leche, pero si no sabes para qué utilizarlo qué valor tiene”.

En estos años ha recibido muchos reconocimientos por su desempeño académico, así que me aventuro a preguntarle si piensa que la excelencia se premia lo suficiente en España. “Creo que algo sí. En Madrid hay unas becas a la excelencia académica. Me parece una muy buena medida porque al final lo que estás diciendo es: el esfuerzo tiene su recompensa. Mi universidad también tiene una beca de excelencia académica, aunque la han reducido, creo que estas iniciativas consiguen que alumnos brillantes vayan a estas universidades”.

Sus referentes en la vida los tiene claros: sus padres, algunos profesores que ha tenido y Javier Cercas.  Beltrán es hijo único y reconoce haber heredado muchos de sus intereses directamente de sus padres. “Ellos me han educado y me han hecho gran parte de lo que soy”. Y en la misma línea de la educación, habla con admiración de su profesora de Historia del Derecho, Alicia Duñaiturria, a quien define como “humilde y brillante”. “Es la leche. Con una enorme pasión por la universidad. Es que es que un día te habla de religión, te habla de teología, te habla de Hans Küng, te habla de Benedicto XVI… al día siguiente te habla de cine, te habla de Pasolini...”. También siente fascinación por Jesús María Zarzalejo, su profesor de Derecho Procesal. “Es el perfecto reflejo de su disciplina. El Derecho Procesal es puro orden y él es un tío que es un código procesal hecho persona. Es profundamente elegante en su forma de dar clase con rigor, excelencia, brillantez... pero lo que más admiro de él es el rigor y el compromiso”.

A Javier Cercas le atribuye su pasión por la lectura adulta, en Bachillerato se leyó por primera vez un libro suyo. “Evidentemente a mí los Juegos del Hambre me encantaban y Tintín me encanta, pero el primer libro que leí, ya siendo un poco más mayor, que verdaderamente me gustó fue Soldados de Salamina, la historia me atrapó”. Pero el libro que verdaderamente hizo que se enamorara de este autor fue otro que leyó ya en la universidad. “Recuerdo que, a veces, decía que no a ciertos planes por quedarme leyendo Anatomía de un instante. Ese libro me pareció fascinante, no es el libro solo de la Transición, sino que, también, es el libro del escritor y de la relación con su padre, que se está muriendo y de quién busca saber más profundizando en lo poco que tienen en común”.

Recuerdo que, a veces, decía que no a ciertos planes por quedarme leyendo Anatomía de un instante

De este mismo autor, admira también su manera de hacer novelas que, para Beltrán, refleja perfectamente la idea de que “el arte y la literatura, pueden ser la verdad que se esconde en la mentira”.  Como ve que no le estoy siguiendo me lo explica con un ejemplo. “Si un pintor pinta a su abuela, a lo mejor ese cuadro no es una representación fidedigna de ella y su abuela no era exactamente así, pero, precisamente en esas diferencias entre el cuadro y la realidad, en esa mentira, en ese arte, hay una verdad más profunda: el cariño que el pintor tiene a su abuela. O sea, en esa mentira que es, joder, que su abuela no es así, hay una verdad muchísimo más intensa. Creo que Javier Cercas consigue esto muy bien, te está contando una historia, pero la historia es una excusa, es una mentira para hablar de una verdad muchísimo más profunda, por eso lo admiro mucho”.

El arte y la literatura, pueden ser la verdad que se esconde en la mentira

Aprovecho la oportunidad para seguir tratando temas más profundos y le pregunto por lo más importante para su vida. Su primera respuesta apunta a sus amigos, a su familia y a todas las personas que quiere, que son fundamentales en su vida. Además, me habla de la importancia que tiene su futuro profesional. “Quiero opositar a la carrera judicial o a la carrera fiscal. Para mí es fundamental tener un trabajo que me ilusione, que sea estimulante intelectualmente y con el que pueda aportar algo a la sociedad”.

Comenzamos a hablar de sus intereses y lo que hace en su tiempo libre. Primero hablamos de su amor por la lectura y no duda en recomendarme una de sus últimas lecturas. “Leyendo María Antonieta, de Stefan Zweig, te sumerges completamente en la vida de un
personaje que dices, joe, me es ajeno, pero no es tan ajeno”. Y antes de pasar a hablarme de otras aficiones, suelta lo siguiente: “creo que se puede aprender mucho de las personas leyendo”.

También me cuenta que le gusta ir al teatro y que últimamente se está aficionando al cine. “Sigo sin tener ni idea de actores, pero me estoy aficionando. No tanto porque sea un cinéfilo, o sea, yo no sé absolutamente nada, pero lo que más me gusta  del cine, igual que del teatro, es la excusa para hablar de temas interesantes. No me gusta tanto la película en sí o la obra de teatro en sí, sino luego leer artículos sobre esa obra de teatro, sobre esa película y comentarla con mi novia o con amigos”.

Lo que más me gusta  del cine, igual que del teatro, es la excusa para hablar de temas interesantes

Beltrán también tiene una faceta deportista, aunque algo descuidada. “Me gusta bastante jugar al fútbol, pero juego poco”. Y me confiesa que está deseando ponerse la botas y volver a jugar un partido. Aunque lo que verdaderamente le pierde es la comida. “Le doy mucha importancia a comer. Me parece algo fundamental, muchas veces da una felicidad tan sencilla... soy feliz comiendo una banderilla deliciosa. Comer, sin duda, mucho más incluso que leer, pero infinitésimamente más”.

Para tener un desempeño académico tan bueno como el de Beltrán, uno debe tener una motivación muy fuerte. En su caso, él lo atribuye a su propia exigencia y a su orgullo, aunque reconoce que ni él mismo sabe hasta qué punto estas son positivas. Aunque, ahondando un poco en el tema, su curiosidad emerge como el principal motor de su estudio y la exigencia interna solo como sustituta cuando le falla el interés. “También me gusta aprender, eh… En muchas de las asignaturas que he hecho durante la carrera estudiaba porque me gustaban. Cuando una asignatura me gusta no me cuesta estudiar porque me interesa saber más. Existe cierta motivación en el placer de aprender”.

Le pregunto por un consejo para alguien que esté empezando en la universidad y su primera respuesta es muy sencilla: “Que haga las cosas bien”. Aunque rápidamente se autocorrige. “Muchas veces esto es iluso y no es posible siempre hacer todo bien”.  Lo que sí recomienda, sin dudar, es la experiencia Erasmus que considera parte de la actitud de todo universitario: “ponerse en juego”. “No renuncies a hacer otras cosas, que la carrera no sea la única referencia de tu vida.  Sal con tus amigos, pero hasta el final, porque te lo vas a pasar genial y vas a aprender mucho. Lee, vete a tal sitio, métete en proyectos, conoce tu ciudad, prueba el último sitio que ha abierto… Que hay que estudiar, coño, pero me parece tristísimo que la universidad sea la única referencia de tu vida con 20 años, que es la época en la que más tendríamos que movernos”.

Casi todos los proyectos requieren más esfuerzo que inteligencia

Sobre el futuro, Beltrán está decidido a aprobar la oposición y convertirse en juez. Aunque no renuncia a otros proyectos personales y también espera casarse e independizarse en los próximos años. Le pregunto “¿Talento o trabajo duro?” y su respuesta no me sorprende: “casi todos los proyectos requieren más esfuerzo que inteligencia”. Va en consonancia con lo que me dice cuando le pregunto por una frase que guíe su vida: “Lo que más valoro es «la elegancia bajo presión», es de don Pedro García Cuartango”.

Beltrán es un joven como tantos; le gusta comer una deliciosa banderilla, leer un buen libro, jugar al fútbol y, sobre todo, un buen tema de conversación, aunque tenga que tragarse una película antes para tenerlo. Tiene una gran pasión por la que es, y tiene claro que seguirá siendo, su disciplina, el Derecho, que le sirve para satisfacer su curiosidad y sus ganas de aprender. El trabajo duro no le asusta y se esfuerza por mantener «la elegancia bajo presión». Pero tiene muy claro que centrarse solo en el estudio es un error, quizás por eso es un estudiante brillante que disfruta de los retos y celebra los dieces desayunado Choco Flakes.