Bienvenidos a Córdoba, una de las ciudades con más artistas. Grandes del cine y del teatro español han nacido en esta bonita ciudad; Antonio Gala, Macarena Gómez, Fernando Tejero, Juanlu González… Uno de esos grandes talentosos es Juan Carlos Villanueva, un gran actor cordobés que ha desarrollado la mayoría de su carrera profesional en la ciudad andaluza. Hemos tenido en placer de entrevistarle para hablar sobre su pasión por el oficio.
¿Cómo decidiste dedicarte al mundo de la interpretación?
Siempre sentí una cierta atracción por el mundo de la interpretación. Desde pequeño empecé a ver programas de televisión que nos mostraban el mundo dentro de las tablas. Sentía que era donde yo quería estar y lo que yo quería hacer con mi vida. Cuando crecí, y a pesar de la oposición de mi padre, tuve que hacer otras muchas cosas para poder dedicarme a esto sin que me molestaran y me dejaran libertad.
¿Cómo conseguiste tu primer papel?
A base de mucho trabajo. De pronto haces una audición y te cogen para un personaje. En principio no te lo crees mucho, porque son muchos años de batallar, y yo ya empecé en el audiovisual relativamente mayor. Mi primera serie de televisión fue en Plaza Alta, en Canal Sur. En principio el personaje iba a ser para una semana, pero al final estuve dos temporadas.
¿Es difícil vivir de la interpretación?
Es una realidad constante. El último informe de la asociación española de actores dice que el 95% de la profesión no puede vivir solo de ello y tiene que dedicarse a otra cosa. Se puede decir que yo sí he sido capaz de vivir de ello, pero son circunstancias. De alguna manera me he apasionado tanto mi trabajo que no le he hecho asco a cualquier otra faceta. Me he diversificado y eso me ha permitido mantenerme. Parece que todo suena muy fácil, pero que no lo es tanto.
Como actor de teatro y cine ¿Cuál de los dos prefieres?
¿Qué dedo de la mano te cortarías que no te doliera? Pues así mismo siento yo mi profesión. Yo soy actor para cualquier papel y no te vas a encontrar a ningún compañero de profesión que sepa elegir entre ambos. El teatro me da la inmediatez y la verdad que yo mismo controlo, algo que lo audiovisual no tiene. Lo que ruedas ahora se puede ver hasta después de un año. El cine tiene una incógnita maravillosa y es que se puede preparar el personaje o repetir la secuencia para que quede bien.
¿Qué tipo de personaje o género te gusta más interpretar?
Siempre me han dicho que hago más drama, pero sé que me manejo bastante bien en la comedia. De hecho, cuando dirijo, suelo hacerlo más de comedia, me divierto más dirigiéndola. Creo que es mucho más difícil hacer reír al espectador que hacerlo llorar, y a mí me gustan los retos.
¿Tienes algún ritual para preparar un papel?
No suelo tener un ritual, pero sí que reconozco algunas manías. Me sigo poniendo nervioso el primer día de rodaje, la noche anterior prácticamente no duermo. Como director sí tengo. Yo creo que mis espectáculos se van a reconocer siempre con la simetría, tengo cierta obsesión con ella, sobre todo porque lo estás viendo de frente.
¿Qué papel te ha marcado más?
El personaje de Domingo Morales. Eso fue una barbaridad. Durante dos años y medio me metí todos los días en las casas de los andaluces. Pero, a nivel personal, una de las obras más emblemáticas de la compañía de teatro a la que pertenezco, Trápala, es El rey se muere. Interpreté al personaje del rey y me marcó un poco en la línea de trabajo. Pero no me puedo quejar de nada de lo que he rodado. He hecho variedad de cosas que respeto muchísimo.
¿Cuáles son tus grandes referentes en la actuación?
He bebido mucho de los grandes secundarios del teatro y del cine español. Actores como José Luis López Vázquez, Fernando Fernández Gómez… Han sido grandísimos actores y de alguna manera han hecho que yo ame esta profesión. De fuera podríamos decir Laurence Oliver, William Carr, John Malkovich de los más actuales. Pero los grandes actores españoles han sido siempre muy queridos en Hollywood, y han sido grandes referentes para mí.
¿Crees que el cine crea diferentes perfiles para los actores?
Últimamente, y todo el mundo lo dice, en el mundo del audiovisual se marca mucho tu perfil. He hecho muchos jueces, policías… pero yo mientras tengan algo que contar no tengo nada que objetar a eso. Entiendo que el físico de una persona marca. El demostrar que eres bueno como actor no tiene nada que ver con el físico, aunque en un momento dado te pueda marcar.
¿Debe impulsarse más la industria del cine en Andalucía?
Afortunadamente la cosa está cambiando, hay muchísimo talento andaluz hoy en teatro y audiovisual. Andalucía podría perfectamente ser autosuficiente para hacer grandes películas porque tiene personal cualificado como para hacerlo. Muchos de esos profesionales están muy solicitados fuera. Hay que seguir apoyando el talento andaluz. Ya se están subiendo escalones muy importantes con la Academia del Cine, que ha hecho ya su tercera gala de los Premios Carmen.
¿Cómo ha influido tus raíces en tus papeles?
Yo no soy el típico andaluz que va contando chistes. Creo que es más mi forma de ser que otra cosa. No me he creído nadie especial por dedicarme a esta profesión. Una compañera y yo hace ya tiempo, hablando de la vida en general, me soltó: "Tú es que eres muy poco artista". Yo le comenté que considero que lo que tengo que hacer, lo tengo que hacer encima de un escenario o delante de una cámara. En mi vida personal voy de ser humano, que es lo que soy y he sido toda mi vida. El ser andaluz, quizás sí ha influido en la manera de ver las cosas. Esto me ha hecho buscar siempre la elegancia en el trato, la calidez, la cercanía y siempre el buen ambiente.
¿Cómo te sueles llevar con tus compañeros de rodaje?
Intentando crear buen rollo. Con la gente que no conectas, el esfuerzo por estar bien debe estar. Lo que tiene esta profesión es que se generan familias. Durante el tiempo de rodaje te haces muy amigo de las personas porque vives muchas horas allí. Luego te da una alegría enorme cuando mantienes el contacto o cuando coincides con ellos en otras producciones. En mi caso no estoy constantemente llamando por teléfono o escribiendo, pero sí hay compañeros con la que he desarrollado una amistad muy grande. Actores como Javier Gutiérrez o Antonio de la Torre, por ejemplo. Con gente también del equipo técnico y con los que ya he trabajado en otros sitios. También grandes actrices como Maribel Verdú o Patricia López Arraz. Lo malo de esta profesión es que como no seas vecino o vivas en Madrid no puedes mantener una relación de amistad fraternal.
¿Cuáles son tus futuros proyectos para 2024?
A finales del año pasado, terminé una serie que se llama Las abogadas, de Televisión Española, que dirigió Patricia Ferreira, y ahora estoy empezando el rodaje de Cuando nadie nos ve, una serie que dirige Enrique Urbizu. La protagonista es Maribel Verdú y hay actores americanos también ya que trata sobre la base aérea de Morón. Y este año es muy importante para la compañía de teatro “Trápala” porque cumplimos 50 años y vamos a celebrarlo en el Gran Teatro. El día 22 de noviembre haremos un espectáculo homenaje a los 50 años de la compañía con un recorrido de historia de la ciudad a través del teatro.
¿Qué consejo le darías a alguien que quiere empezar en la actuación?
Que no se quede quieto, aprenda y sea curioso. En esta profesión no acabas nunca. A lo mejor llega el fin de tu vida y no has conseguido lo que tú querías. También es verdad que de alguna manera hay que dar posibilidades, pero también hay algunas para las que debes estar cerca para que te lleguen. Imagina y, aunque sea con muy pocos medios, vete a por ello. Permítete el error, porque del error también se aprende. Durante un tiempo hubo actores en Madrid que querían hacer solamente cine y ahora se pelean para que les salga una serie en cualquier plataforma, porque hoy se hace televisión con la misma calidad o más que en el cine. Hay miles de cosas en esta profesión que se pueden hacer. Ya sé que la ilusión es siempre ponernos delante de una cámara, pero a lo mejor para ponernos delante hay que empezar por detrás.