viernes. 29.03.2024
Repaso histórico y jurídico

Impeachment: un juicio político que nunca ha destituido a un presidente

Trump será el tercer presidente de la historia en enfrentar este juicio político que nunca ha resultado en destitución. El Partido Demócrata necesitará ampliar sus apoyos para sacar adelante este proceso de impeachment.
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Capitolio de los Estados Unidos.

Se confirma lo que muchas voces del Partido Demócrata venían reclamando desde prácticamente la entrada de Donald Trump en la Casa Blanca: se iniciará un proceso de impeachment contra el presidente de EEUU. Será el tercer impeachment de la historia del país, que se une así al grupo ya formado por Andrew Johnson y Bill Clinton.

 

La Constitución de Estados Unidos recoge “traición, corrupción u otros crímenes graves” (no siendo explicitados estos últimos en la carta magna) como los motivos por los que puede iniciarse un proceso de impeachment para destituir al presidente. Al no poder ser procesado penalmente durante el ejercicio de sus funciones, se trata de un juicio de carácter políticoSerá el Congreso, es decir, el poder legislativo, el que realice las investigaciones pertinentes.

 

Más allá de la imprecisión de los motivos recogidos en la Constitución, el presidente Gerald Ford ya dijo que “una ofensa susceptible de impeachment es aquella que una mayoría de la Cámara de Representantes (la cámara baja) considere suficiente en un momento determinado de la historia”. 

 

El proceso se desarrolla en dos etapas, cada una de las cuales involucra a una de las dos cámaras que componen el Congreso. En primer lugar, la Cámara de Representantes investiga las acusaciones que motivan el inicio del proceso y vota de acuerdo con estas estas para continuar o no con el mismo. Para que pase al Senado, basta con mayoría simple (la mitad más uno de los 435 representantes).

 

En la votación del Senado, la aritmética parlamentaria cambia. Para que un impeachment acabe con la destitución del presidente, dos tercios de los senadores (66 de 100) deben votar afirmativamente sobre la destitución. Esta decisión no será en ningún caso revocable, tampoco por la vía judicial. 

 

El impeachment es un juicio que tiende a dilatarse en el tiempo y se desarrolla bajo la dirección del presidente del Tribunal Supremo. Equiparando los roles a los de un procedimiento judicial, las labores de fiscalía son dirigidas por miembros de la Cámara de Representantes y los jueces serían los miembros del Senado. El presidente puede nombrar a sus abogados defensores ante ambas cámaras.

 

En el caso de que el impeachment fructifique, el cargo de presidente pasa a ser ocupado por el vicepresidente. Si Trump fuese finalmente destituido, Mike Pence sería el nuevo presidente de los Estados Unidos a menos de un año para las elecciones presidenciales de 2020.

 

Más allá de lo establecido en la norma, nunca antes en la historia del país un impeachment ha resultado en la destitución del inquilino de la Casa Blanca. Solo en una ocasión la mera amenaza de impeachment acabó con la dimisión del presidente. Ese fue el caso de Richard Nixon, que dimitió por la posibilidad de ser procesado por el caso Watergate. En los casos de Andrew Johnson y Bill Clinton, ambos presidentes acabaron su mandato pese a que sendos procesos avanzasen hasta llegar al Senado.

 

Johnson fue procesado en 1868 tras destituir a su ministro de Guerra sin el consentimiento del Senado. A juicio de la Cámara de Representantes, violó la Tenure of Office Act, que constreñía el poder del presidente para destituir a ciertos cargos sin la aprobación del Congreso.

 

El caso de Bill Clinton se caracterizó por su gran impacto mediático. Pese a nacer como una investigación sobre una operación inmobiliaria del matrimonio Clinton, el impeachment del año 1998 acabó generando ríos de tinta en la prensa más sensacionalista. La acusación formal se basó en obstrucción a la justicia y perjurio por mentir a un gran jurado, negando haber mantenido relaciones sexuales con una becaria de la Casa Blanca.

 

Pese a contar con mayoría en la Cámara de Representantes y poder impulsar el impeachment hasta la cámara alta, el Partido Demócrata debería enfrentarse a un Senado con mayoría republicana. Necesitaría el apoyo de al menos otros 17 senadores no demócratas para cubrir la diferencia entre sus 45 asientos y los 66 necesarios para destituir a Trump. La aritmética no parece ser favorable, pero la lucha por ganar el apoyo de la opinión pública ya ha comenzado, y eso siempre acaba influyendo en un proceso como este.