Actualmente, Puerto Rico es una isla situada al noroeste del Caribe que, debido a su localización geográfica, es muy propensa a sufrir catástrofes sísmicas. A su vez, también se caracteriza por ser una zona en la que es muy difícil prevenirlas, estando tan ciegos ante esta situación tal y como lo estaban en el siglo pasado cuando se produjo el terremoto de San Fermín.
Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), a partir del 18 de diciembre del año pasado comenzó a producirse un gran número de movimientos telúricos en la isla, con motivo de una secuencia sísmica. No obstante, dichos movimientos no habían provocado daño alguno hasta la madrugada de este pasado martes.
Los datos recopilados hasta ahora han revelado que el temblor en cuestión se caracterizó por tener una magnitud de 6,5 en la escala de Ritchter, afectando sobre todo a la costa sur de Puerto Rico, especialmente a la ciudad puertorriqueña de Ponce. Hasta ahora, el terremoto ha causado la muerte de un hombre de 73 años, que mientras dormía fue aplastado por una de las paredes que componían su dormitorio. Además de esta víctima mortal, los medios de comunicación también informaron sobre ocho heridos graves a causa de los derrumbamientos que se produjeron, sin olvidar al más de un centenar de personas que se han quedado sin hogar.
A diferencia del terremoto de San Fermín, conocido como el más mortífero en la historia de la isla, este se ha caracterizado de ser menos destructivo y mortal. El temblor de hace 102 años llegó a alcanzar una magnitud de 7,5, provocando al mismo tiempo un tsunami que estremecería toda la costa oeste de la isla. El 11 de octubre de 1918 murieron 116 personas, y 40 de ellas ahogadas por las devastadoras olas del tsunami.
La gobernadora de Puerto Rico, Wanda Vázquez, manifestaba en una rueda de prensa, justamente después del temblor, que ya se había declarado el estado de emergencia en la isla, sugiriendo a todos los habitantes de las zonas más afectadas que permanecieran en sus hogares, si se encontraban en buenas condiciones después de las sacudidas, como medida de precaución y seguridad para su propio bienestar.
A día de hoy, la isla todavía sufre apagones por gran parte de su territorio con motivo de los daños sufridos en el sistema eléctrico, siguen existiendo graves problemas en los suministros y saneamiento, y continúan encontrándose edificios de todo tipo con gran riesgo de derrumbe. En cuanto al sistema educativo, las instituciones de este ámbito siguen paralizadas a la espera de retomar la normalidad. En resumen, y aunque las instituciones gubernamentales trabajan para lograr la total recuperación del país, todavía existe un arduo trabajo por realizar en Puerto Rico.